Animal Crossing New Leaf
Obtención de herramientas y utilidad (Normal, plata y oro)
Hachas
·Hacha normal: Se obtiene comprándola en la tienda de Gandulio.
Utilidad: Sirve para talar árboles. Se rompe al talar unos cuántos árboles, y le lleva tiempo talarlos.
·Hacha de plata: Se obtiene comprándola en la isla por el precio de 8 medallas (día aleatorio, aunque raras veces aparece a la venta).
Utilidad: Aguanta más que el hacha normal, pero no es indestructible. Al talar los árboles, siempre se formará un dibujo en el tocón.
·Hacha de oro: Se obtiene comprando 5 árboles o cedros jóvenes en la tienda de Gandulio.
Utilidad: Es indestructible, y tala los árboles mucho más rápido que las dos anteriores.
Redes
·Red normal: Se obtiene comprándola en la tienda de los hermanos Nook.
Utilidad: Sirve para cazar bichos o bien darles golpes a los vecinos para que se enfaden contigo.
·Red de plata: Se obtiene comprándola en la tienda del museo.
Utilidad: Sirve para cazar bichos. Es más grande que la anterior, por lo que es más fácil cazarlos.
·Red de oro: Te la entrega Papilo cuando completes el catálogo de bichos.
Utilidad: Sirve para cazar bichos. Es más grande que las dos anteriores, por lo que es más fácil cazarlos.
Cañas
·Caña normal: Se obtiene comprándola en la tienda de los hermanos Nook.
Utilidad: Sirve para pescar peces.
·Caña de plata: Se obtiene comprándola en la tienda del museo cuando hayas donado al menos 30 peces.
Utilidad: Sirve para pescar peces raros de manera fácil.
·Caña de oro: Te la entrega Martín cuando completes el catálogo de los peces.
Utilidad: Sirve para pescar, y pescas de manera más rápida los peces.
Palas
·Pala normal: Se obtiene comprándola en la tienda de los hermanos Nook.
Utilidad: Sirve para hacer agujeros en la tierra y golpear rocas duras.
·Pala de plata: Se obtiene comprándola en la tienda del museo al donar al menos 15 fósiles.
Utilidad: Sirve para hacer agujeros en la tierra y golpear rocas duras. A veces, cuando golpees las rocas, en vez de salir dinero, salen minerales.
·Pala de oro: Se obtiene comprándole a Gandulio 50 fertilizantes.
Utilidad: Sirve para hacer agujeros en la tierra y golpear rocas duras. Si plantas bayas, crecerá un árbol de bayas.
Tirachinas
·Tirachinas normal: Se compra en la tienda de los hermanos Nook a partir de la primera ampliación.
Utilidad: Sirve para hacer caer globos con regalos al suelo.
·Tirachinas de plata: Se encuentra a veces volando por el cielo en una caja atada a dos globos.
Utilidad: Sirve para hacer caer globos con regalos al suelo. Lanza 2 piedras.
·Tirachinas de oro: Se encuentra a veces por el cielo en una caja atada a tres globos.
Utilidad: Sirve para hacer caer globos con regalos al suelo. Lanza 3 piedras.
Cronómetro
Se obtiene comprándolo en la tienda de los hermanos Nook a partir de la primera ampliación.
Utilidad: Sirve para cronometrar partidas cuando juegues con tus amigos.
Regaderas
·Regadera normal: Se obtiene comprándola en la tienda de Gandulio.
·Utilidad: Sirve para regar flores, árboles y nabos.
·Regadera de plata: Se obtiene al comprar 50 semillas de flores en la tienda de Gandulio.
Utilidad: Sirve para regar flores, árboles y nabos. Aumenta la probabilidad de que los árboles crezcan mejor y de que crezcan más flores híbridas.
·Regadera de oro: Te la da Canela al recibir la cualificación de pueblo perfecto y mantenerla 15 días al menos.
Utilidad: Sirve para regar flores, árboles y nabos. Aumenta la probabilidad de que los árboles crezcan mejor y crezcan aún más flores híbridas. Sirve para revivir árboles muertos, y si regamos una rosa negra marchita, al día siguiente se convierte en una rosa dorada. Tiene capacidad para regar varias flores a la vez.
Megáfono
Se compra en la tienda de los hermanos Nook a partir de la primera ampliación.
Utilidad: Sirve para llamar a los vecinos gritándoles. Si les tienes cerca, se pueden enfadar contigo.
Martillo de juguete
Se compra en la isla. Raras veces se encuentra a la venta.
Utilidad: Sirve para golpear a los vecinos y molestarles.
viernes, 3 de abril de 2015
domingo, 11 de enero de 2015
~La isla del tesoro~
Un grupo de 5 amigos encontró un mapa del tesoro en una cueva de su pueblecito... Y decidieron emprenderse a la búsqueda del tesoro de la isla perdida. Montaron en un bote y...
Rodeo: La brisa marina siempre sienta bien...
Mariló: ¡Pues a mí no me gusta nada! Hace mucho frío en alta mar... *Taparme bien con la manta*
Rodeo: ¡Oh Mariló! ¡A ti no te gusta nada! ¡Nunca estás conforme con nada!
Avelina: Pinches, Rodeo tiene razón. Pero piensa en el tesoro que vamos a encontrar... ¡Podrás comprarte cuantas joyas desees!
Cabrálex: ¡Muchachos, ya hemos llegado! *Atracar barca en el muelle*
Los 5 se bajaron... Cogieron el mapa y sus mochilas, y se emprendieron a la aventura. Llegaron a una selva espesa... En la que la niebla reinaba.
Rosalina: Ay... No sé vosotros pero yo tengo mucho miedo.
Rodeo: Chicos me parece haber oído un ruido proveniente de entre los arbustos...
Los 5 amigos se acurrucaron todos juntos cuando salieron de los arbustos una tribu de aztecas.
Hombre Azteca: ¡Wuu! ¡Vosotros dar a mí lo que nos pertenece, o sufrir la furia del Rey!
2 Hombre: ¡Darnos lo que nos pertenece! ¡No coger tesoro del Rey furioso!
Rosalina: Oh no... ¡Me parece que adivinaron cual era nuestro objetivo al venir a esta isla!
Mariló: Oh, vayámonos por dios... *Agarrar del brazo a Rosalina* Rosalina, tú sí que me entiendes... ¿Verdad?
Rosalina: La verdad yo quiero el tesoro... Que tenga miedo no significa que quiera irme con las manos vacías.
Mariló la soltó con descaro y se cruzó de brazos enfadada.
Mariló: ¡Pues yo me voy! Vosotros haced lo que queráis...
Rosalina: Tú no sabes como usar la barca... De los aquí presentes solo sabe Cabrálex, ¿Y cómo quieres que volvamos después nosotros?
Mariló: Pues os quedáis en esta isla que tanto parece gustaros... Y en cuanto a mí, me las arreglaré, no te preocupes.
5 hombres Aztecas: ¡Tú no escapar! ¡Vosotros acompañarnos!
Entre todos los hombres se las ingeniaron para agarrarles a todos y sus pertenencias. Les metieron en una carcelilla oscura, en la que no veían nada.
Cabrálex: ¿Dónde estamos? ¡No puedo ver nada!
Rodeo: Avelina, gocemos de tu sentido de la vista, dinos... ¿Dónde estamos? ¿Qué puedes ver?
Cada uno de ellos tenía un talento especial: Cabrálex era muy bueno pilotando cualquier tipo de máquina, Avelina tenía la vista muy desarollada, Rosalina tenía un gran sentido del olfato, Rodeo era el más veloz de todos y Mariló era una auténtica cazadora de gangas, sabía cual era la mejor oferta.
Avelina: Mis ojos de lince pueden ver una puerta que está más o menos a 2 metros de nosotros... Parece ser que estamos en una especie de cueva pequeña... Nos rodea la oscuridad, y la única puerta que tenemos de salida parece no darse abierto.
Rosalina: Hecho de menos ese arreciendo a sal marina que entraba por mi nariz... ¡Quiero salir de aquí!
Cabrálex: Creo que tengo una idea para salir de aquí... Puesto que soy el más listo de los aquí presentes, os conviene hacerme caso.
Rosalina: ¡Ya salió el otro con el tema! Que pesado te pones tío... ¡Ya nos dijiste mil veces que eres muy listo!
Cabrálex: Envidia que me tienes... Bien, mi plan es que podríamos intentar encontrar un alambre de hierro, y con una panca hacerle fuerza a un trozo de madera, y subir a uno de nosotros con el alambre de hierro a lo más alto de esta cueva. Tras eso, los otros le seguíamos, y el primero se abalanzaba sobre la puerta con el alambre de hierro introduciéndolo entre sus hendiduras por la parte de arriba, doblando el alambre al hacer fuerza y después entre todos tirar por él... Hasta abrir la puerta. ¿Qué os parece?
Rosalina: ¡Un rollo! ¡Yo no entendí nada!
Rodeo: Tengo un plan mejor, sin ser tan... Complicado de realizar. Mariló, ¿Tienes aquí tu peine de sierra de oro?
Mariló: Pues claro... ¡Nunca voy a ninguna parte sin él!
Rodeo: Avelina, ¿Podrás encontrar la piedra más pequeña de esta cueva?
Avelina: ¡Está chupado! ¡Hasta puedo ver una hormiga con mi vista!
Rodeo: Cabrálex, ¿Serás capaz de construir una llave del tamaño de la cerradura con esos dos objectos?
Cabrálex: Pues claro... ¿Por quién me tomas?
Rodeo: ¡Bien! ¡Pues eso es lo único que necesitamos!
Así que todos se pusieron manos a la obra... A Mariló le costó mucho hacer entrega de su peine de sierra... Pero al final cedió, porque quería salir de allí. A Cabrálex no le costó mucho crear una llave de oro puro y reluciente... Ahora el caso era que sirviese para esa cerradura...
Rodeo: Avelina, introdúcela tú, que yo no veo la cerradura.
Avelina la introdució y... La puerta no se abrió.
Avelina: Malas noticias. No se abre.
Rosalina: ¡La llave no sirve!
Cabrálex: Por eso era mejor mi método... Anda, poneros todos a buscar el material necesario.
Rodeo: Mi método era bueno... Lo que pasa es que tú no supiste construir una llave del tamaño de la cerradura.
Cabrálex: ¡Y yo que sabía de que tipo era la cerradura, si no la consigo ver! Es que...
Rodeo: ¡Pues preguntaras, yo daba por hecho que sabrías construir una llave que pudiese abrir todo tipo de puertas!
Cabrálex: ¡Necesitaría más material para ello, no solo una roquita y un peine de sierra!
Avelina: ¡Paren chicos! Dejen de pelearse, venga.
En ese momento Mariló empezó a gritar como una loca.
Mariló: ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! ¿NO OS DAIS CUENTA DE QUE HABÉIS SACRIFICADO MI PEINE PARA NADA? ¡Y YO ESO NO LO CONSIENTO!
Se volvió loca y empezó a correr por todas partes hasta que llegó a la puerta y de lo enfadada que estaba, se puso a morderla, haciendo un pequeño hueco en ella.
Rodeo: ¡Sí! ¡Genial! Ahora podremos salir.
Cabrálex: No piensas, bobo. ¿Acaso crees que tú cabrás por ahí?
Rodeo: Yo no, Pero Rosalina y Mariló sí... Nosotros tres no cabemos por ahí, pero ellas sí. Y con el olfato de Rosalina, podrá encontrar nuestras pertenencias, siguiendo su rastro... Y Mariló buscando en nuestras mochilas podrá encontrar lo que crea más conveniente para darnos sacado, lo que crea que no nos será útil para el resto del viaje...
Rosalina: ¡Bien pensado! Vamos a ello, Mariló.
Y las dos salieron por el agujero. Andaron por la isla, y Rosalina iba siguiendo el rastro de sus mochilas, hasta que llegaron a un gran penedo, en el que se oía mucha gente hablando un idioma extraño.
Mariló: ¿Crees que ellos tendrán...?
Rosalina: *Hablando bajo* ¡Cállate! Intento escuchar lo que dicen.
Rosalina tenía un gran oído, pero su olfato era mejor... Hasta que cada vez se oía más cerca a la gente que estaba hablando.
Rosalina: *Susurrando* ¡Escondámonos! ¡Van a salir de la cueva!
Se escondieron entre los arbustos... Y de la cueva vieron salir a los aztecas de antes.
Hombre Azteca: ¡Jaja! ¡Estar buena la fiesta! ¡A mí gustarme repetir!
2 Hombre: ¡Y a mí, pero ahora tener que ir al palacio de los reyes aztecas! A servirles, como siempre.
Marcharon todos, y cuando tuvieron el camino despejado, Rosalina y Mariló se adentraron en la cueva sigilosamente.
Rosalina: Veamos... Aquí hay un montón de bebidas esparcidas por el suelo, y vasos rotos... Y allá atrás hay una pequeña puertecita de plata.
Se dirigieron hacia la puerta. Rosalina giró el pomo con mucho cuidado y... Cuando se abrió la puerta completamente, dejó ver tras de sí una habitación con muebles viejos.
Mariló: ¿Desde cuando hay habitaciones en las cuevas?
Rosalina: Son para los turistas que las visitan... Pero normalmente las habitaciones se encuentran en un hostal cercano a la cueva... No en la propia cueva.
Mariló: Por eso... A lo mejor aquí residen algunos de los aztecas de antes... ¿Será eso posible?
Rosalina: Puede ser, sí... Entonces la cueva es como una especie de casa pequeña, con un dormitorio y una entrada principal, lo básico... Y no hay puerta en la entrada. ¡Registremos la habitación antes de que vuelva alguno de los aztecas!
Se pusieron a registrar la habitación. Miraron en todos los muebles, pero no había nada más que telarañas en alguna esquina de los cajones, igual que por las paredes de la habitación. Las sábanas de la cama tenían algunos agujeros y marcas de haber sido cosidas anteriormente. Había dos sillas en una esquina que estaban llenas de polvo, y una mesita enfrente de ellas, que solo tenía un jarrón de plástico y unas flores secas. Los cajones de los muebles estaban vacíos, y en la superficie de los muebles reinaba el polvo y la suciedad. Las estanterías estaban llenas de libros antiguos, con las hojas amarillas y rotas, y con alguna telaraña.
Mariló: Aquí no hay nada, vámonos.
Rosalina estaba entretenida, leyendo un libro que le pareció entretenido, y Mariló se lo arrancó de las manos.
Rosalina: ¿Pero qué haces?
Mariló: Nuestros amigos están encerrados en una cueva... ¿Recuerdas?
Rosalina: ¡Por eso! Intento salvarlos, ¿No lo entiendes? Estaba mirando ese libro, habla sobre esa cueva.
Mariló: Ahí va... ¡Es verdad, mira! Es la cueva... Está justo enfrente del río.
Estuvieron mirando durante un rato el libro, pero no les daba ningún indicio sobre que clase de cueva era... No ponía nada sobre los aztecas. En ese momento, oyeron un estruendo que provenía de la entrada de la cueva. Salieron a mirar que era, y... ¡Había caído una inmensa avalancha de rocas sobre la entrada!
Rosalina: ¡Oh no! ¿Y ahora como saldremos de aquí?
Mariló: No lo sé, Rosalina... Lo que tengo claro es que... ¡Estamos atrapadas!
Rosalina: Qué bien lo hemos hecho... Ahora no daremos salido.
Mariló: ¿Habrá alguna cosa en esa habitación que nos ayude a salir de aquí?
Rosalina: Ya viste que estaba completamente vacía como quien dice... Y lo poco que tenía no servirá de nada.
Mariló: ¡Los libros! ¿Pondrán como escapar de una cueva tras una avalancha?
Rosalina entró y cogió un buen montón de libros que eran sobre cuevas...
Rosalina: ¡Ale, a mirar!
Mientras tanto, los otros tres... Seguían esperando a que regresasen.
Rodeo: ¿Qué estarán haciendo para tardar tanto?
Cabrálex: No lo sé... Solo sé que tengo mucha hambre...
Avelina: Que flojera... ¡Necesito salir ya de aquí! Nunca os lo dije pero... ¡TENGO CLAUSTROFOBIA! Me volveré loca como esté un segundo más aquí encerrada.
Cabrálex: Anda ya, estuviste encerrada más de 2 horas y te vino ahora la claustrofobia... Raro, ¿Verdad?
Avelina: Las paredes se cierran... ¡Nos atrapan!
Al cabo de dos horas más, seguían esperando... Y la ayuda no venía, pues seguían buscando la forma de salir de allí.
Rosalina: ¡Sapos y culebras! ¿En qué momento decidimos meternos? *Cerrar libro*
Mariló: ¡No pierdas la calma, tía! Creo que tengo la solución... Y no está en los libros. ¿No viste una trampilla en el techo de la habitación que hay?
Entraron de nuevo en la habitación, y miraron al techo y efectivamente, había una especie de trampilla de hierro que llevaba al exterior.
Rosalina: Claro, la harían expresamente por si había avalanchas...
Rosalina se subió a la cama.
Rosalina: ¡Súbete tú también a la cama, intentaré hacerte de apoyo para que tú puedas abrir la trampilla!
Mariló: Qué bien nos vendría ahora mismo una cuerda... ¡Justamente hay una debajo de la cama! *Coger la cuerda* ¡Toma, intenta lanzarla y que se enganche en una de las asas de la trampilla!
Rosalina lanzó la cuerda, y la cuerda se enganchó en la trampilla. Tras esto, se sujetó a la cuerda y subió hasta llegar al techo. Abrió la trampilla, y salió al exterior.
Rosalina: ¡Ahora sal tú, Mariló!
Mariló se subió a la cama, con dificultad, y se agarró a la cuerda, y subió con gran dificultad, y salió al exterior.
Rosalina: ¡Lo logramos, estamos fuera!
Mariló: Ahora lo difícil será bajar por la ladera... Nos podemos hacer mucho daño.
Rosalina: No... Tú confía en mí. *Bajar por la ladera*
Rosalina bajó sin tener problemas, y Mariló siguió sus pasos... Hasta que al fin lograron salvarse. Después, decidieron seguir el rastro a eses aztecas. Llegaron hasta unas inmensas ruinas, que parecía que se fuesen a caer a pedazos.
Rosalina: Vaya... Así que este es el palacio, ¿Eh?
Mariló: Se cae a pedazos... Hasta es más lujosa una choza pequeña.
Entraron en el palacio, y registraron todas las habitaciones, y todas estaban llenas de comida, excepto en una que había una cama de barrotes de oro y parecía muy mullida, y un armario de oro y una mesa y un sillón de oro.
Mariló: Esto ya es otra cosa... Esta será la habitación de los reyes aztecas.
Rosalina: Vamos, tenemos que seguir buscando nuestras mochilas.
Salieron sigilosamente, hasta que llegaron a la sala final, y la que parecía ser la más grande. Entraron con cautela, y vieron que había varios aztecas rodeando los tronos de los reyes.
Rey Azteca: Rogar clemencia... ¿Qué ser esto?
Aztecas: Eso ser unas cargas de bienestar, Rey.
Mariló y Rosalina miraron y... ¡Eran sus mochilas! Tenían que recuperarlas como fuese... Pero parecía algo complicado.
Reina Azteca: *Abrir las 5 mochilas* ¡Aquí dentro haber comida y otros enseres!
Mariló: *Susurrar* Qué no coja mi esencia de ramina de pino... ¡Qué no la coja!
Reina Azteca: ¿Qué ser...? ¡Esto oler bien!
Mariló estaba llorando por dentro... Le iba gastar toda la colonia, lo presentía. Decidieron salir de la habitación, y ahí Mariló pudo llorar en paz.
Rosalina: ¿Y ahora qué? ¿Cómo conseguiremos recuperar las mochilas?
Mariló: ¡Mi esencia de ramina de pino! ¡Con lo cara que era! ¡Me costó 30000 bayas!
Rosalina: Mariló... Acéptalo. ¿Qué otra cosa puedes hacer? Lamentarse ya no sirve de nada, lo que tenemos que hacer ahora es recuperar las mochilas.
Mariló: Tú no lo entiendes... ¿Cómo te sentirías si te gastasen un bote entero de perfume, que te costó un ojo de la cara y que además era tu favorito?
Rosalina: No lo traería a esta aventura... Sé perfectamente que correría riesgos.
Mariló: ¡Pero es que yo no podía vivir sin él...! ¡No lo entiendes!
Rosalina giró los ojos y en ese momento oyeron pasos.
Rosalina: ¡Vamos, Mariló! Hay que esconderse, viene alguien.
En ese momento, desde su escondite, vieron salir a toda la tropa de aztecas.
Azteca: Nosotros ahora ir a ver a prisioneros... ¡Yo presentir que prisioneros escapar!
Todos los Aztecas: ¡En marcha!
Rosalina: ¡Oh, no! Ahora se darán cuenta de que nosotras hemos escapado, debemos llegar allí antes que ellos, aunque sea sin las mochilas... No tenemos otra opción.
Marcharon corriendo hasta llegar a la cueva... Habían llegado antes que los aztecas.
Avelina: ¡Vaya, por fin llegasteis!
Rosalina: ¡No hay tiempo para explicaciones, tenéis que intentar salir de ahí y rápido! Los aztecas se dirigen hacia aquí.
Rodeo: ¿Y las mochilas?
Rosalina: ¡Las tienen los reyes aztecas, no hemos podido recuperarlas! Ahora no hay tiempo, vamos, salir de ahí, ¡Intentadlo!
Rodeo: ¿Y como sugieres que lo hagamos?
Mariló: Por ejemplo intenta derribar la puerta corriendo hacia ella.
Rodeo: ¿Pero de qué vas? ¡Qué yo no soy un rinoceronte!
Mariló: Ya lo sé, pero aparte de ser veloz, tienes mucha fuerza. ¡Inténtalo al menos!
Así lo hizo. Rodeo se abalanzó sobre la puerta haciendo un enorme hueco sobre ella.
Rodeo: ¡Lo hice, lo logré!
Avelina: Ahora escapemos...
Echaron todos a correr, pero no lograrían escapar... ¿Por donde estaba el lugar en el que atracaran la barca?
Rosalina: ¡Dejadme a mí! ¡Con mi superolfato lograré hallarla!
Todos siguieron a Rosalina, pero a lo lejos vieron a los aztecas.
Rosalina: ¡Oh no, no nos dará tiempo a huir!
Rodeo: Montaros todos en mi lomo, que os llevaré a todos. ¡Rosalina, dime por donde tengo que ir!
Y así lo hicieron. Todos se subieron a lomos de Rodeo y Rodeo echó a correr hacia la dirección que le indicaba Rosalina. En cuestión de minutos habían llegado a la playa.
Avelina: ¡Lo hemos logrado, hemos llegado! *Montarme en la barca* No quiero estar un minuto más aquí... ¡Vámonos!
Rodeo: Cierto, ya me da igual el tesoro... ¡Solo quiero volver a casa!
Mariló: Ya os dije que nunca había sido buena idea venir... Adiós a mi esencia de ramina de pino...
Cabrálex: ¡Montaros todos en la barca, que os llevaré a casa!
Los 5 se montaron en la barca, y llegaron a su pueblo. Sus vecinos estaban alarmados por saber que aventuras habían vivido... Pero decidieron no contarlas e irse cada uno a su casa.
~FIN~
Un grupo de 5 amigos encontró un mapa del tesoro en una cueva de su pueblecito... Y decidieron emprenderse a la búsqueda del tesoro de la isla perdida. Montaron en un bote y...
Rodeo: La brisa marina siempre sienta bien...
Mariló: ¡Pues a mí no me gusta nada! Hace mucho frío en alta mar... *Taparme bien con la manta*
Rodeo: ¡Oh Mariló! ¡A ti no te gusta nada! ¡Nunca estás conforme con nada!
Avelina: Pinches, Rodeo tiene razón. Pero piensa en el tesoro que vamos a encontrar... ¡Podrás comprarte cuantas joyas desees!
Cabrálex: ¡Muchachos, ya hemos llegado! *Atracar barca en el muelle*
Los 5 se bajaron... Cogieron el mapa y sus mochilas, y se emprendieron a la aventura. Llegaron a una selva espesa... En la que la niebla reinaba.
Rosalina: Ay... No sé vosotros pero yo tengo mucho miedo.
Rodeo: Chicos me parece haber oído un ruido proveniente de entre los arbustos...
Los 5 amigos se acurrucaron todos juntos cuando salieron de los arbustos una tribu de aztecas.
Hombre Azteca: ¡Wuu! ¡Vosotros dar a mí lo que nos pertenece, o sufrir la furia del Rey!
2 Hombre: ¡Darnos lo que nos pertenece! ¡No coger tesoro del Rey furioso!
Rosalina: Oh no... ¡Me parece que adivinaron cual era nuestro objetivo al venir a esta isla!
Mariló: Oh, vayámonos por dios... *Agarrar del brazo a Rosalina* Rosalina, tú sí que me entiendes... ¿Verdad?
Rosalina: La verdad yo quiero el tesoro... Que tenga miedo no significa que quiera irme con las manos vacías.
Mariló la soltó con descaro y se cruzó de brazos enfadada.
Mariló: ¡Pues yo me voy! Vosotros haced lo que queráis...
Rosalina: Tú no sabes como usar la barca... De los aquí presentes solo sabe Cabrálex, ¿Y cómo quieres que volvamos después nosotros?
Mariló: Pues os quedáis en esta isla que tanto parece gustaros... Y en cuanto a mí, me las arreglaré, no te preocupes.
5 hombres Aztecas: ¡Tú no escapar! ¡Vosotros acompañarnos!
Entre todos los hombres se las ingeniaron para agarrarles a todos y sus pertenencias. Les metieron en una carcelilla oscura, en la que no veían nada.
Cabrálex: ¿Dónde estamos? ¡No puedo ver nada!
Rodeo: Avelina, gocemos de tu sentido de la vista, dinos... ¿Dónde estamos? ¿Qué puedes ver?
Cada uno de ellos tenía un talento especial: Cabrálex era muy bueno pilotando cualquier tipo de máquina, Avelina tenía la vista muy desarollada, Rosalina tenía un gran sentido del olfato, Rodeo era el más veloz de todos y Mariló era una auténtica cazadora de gangas, sabía cual era la mejor oferta.
Avelina: Mis ojos de lince pueden ver una puerta que está más o menos a 2 metros de nosotros... Parece ser que estamos en una especie de cueva pequeña... Nos rodea la oscuridad, y la única puerta que tenemos de salida parece no darse abierto.
Rosalina: Hecho de menos ese arreciendo a sal marina que entraba por mi nariz... ¡Quiero salir de aquí!
Cabrálex: Creo que tengo una idea para salir de aquí... Puesto que soy el más listo de los aquí presentes, os conviene hacerme caso.
Rosalina: ¡Ya salió el otro con el tema! Que pesado te pones tío... ¡Ya nos dijiste mil veces que eres muy listo!
Cabrálex: Envidia que me tienes... Bien, mi plan es que podríamos intentar encontrar un alambre de hierro, y con una panca hacerle fuerza a un trozo de madera, y subir a uno de nosotros con el alambre de hierro a lo más alto de esta cueva. Tras eso, los otros le seguíamos, y el primero se abalanzaba sobre la puerta con el alambre de hierro introduciéndolo entre sus hendiduras por la parte de arriba, doblando el alambre al hacer fuerza y después entre todos tirar por él... Hasta abrir la puerta. ¿Qué os parece?
Rosalina: ¡Un rollo! ¡Yo no entendí nada!
Rodeo: Tengo un plan mejor, sin ser tan... Complicado de realizar. Mariló, ¿Tienes aquí tu peine de sierra de oro?
Mariló: Pues claro... ¡Nunca voy a ninguna parte sin él!
Rodeo: Avelina, ¿Podrás encontrar la piedra más pequeña de esta cueva?
Avelina: ¡Está chupado! ¡Hasta puedo ver una hormiga con mi vista!
Rodeo: Cabrálex, ¿Serás capaz de construir una llave del tamaño de la cerradura con esos dos objectos?
Cabrálex: Pues claro... ¿Por quién me tomas?
Rodeo: ¡Bien! ¡Pues eso es lo único que necesitamos!
Así que todos se pusieron manos a la obra... A Mariló le costó mucho hacer entrega de su peine de sierra... Pero al final cedió, porque quería salir de allí. A Cabrálex no le costó mucho crear una llave de oro puro y reluciente... Ahora el caso era que sirviese para esa cerradura...
Rodeo: Avelina, introdúcela tú, que yo no veo la cerradura.
Avelina la introdució y... La puerta no se abrió.
Avelina: Malas noticias. No se abre.
Rosalina: ¡La llave no sirve!
Cabrálex: Por eso era mejor mi método... Anda, poneros todos a buscar el material necesario.
Rodeo: Mi método era bueno... Lo que pasa es que tú no supiste construir una llave del tamaño de la cerradura.
Cabrálex: ¡Y yo que sabía de que tipo era la cerradura, si no la consigo ver! Es que...
Rodeo: ¡Pues preguntaras, yo daba por hecho que sabrías construir una llave que pudiese abrir todo tipo de puertas!
Cabrálex: ¡Necesitaría más material para ello, no solo una roquita y un peine de sierra!
Avelina: ¡Paren chicos! Dejen de pelearse, venga.
En ese momento Mariló empezó a gritar como una loca.
Mariló: ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! ¿NO OS DAIS CUENTA DE QUE HABÉIS SACRIFICADO MI PEINE PARA NADA? ¡Y YO ESO NO LO CONSIENTO!
Se volvió loca y empezó a correr por todas partes hasta que llegó a la puerta y de lo enfadada que estaba, se puso a morderla, haciendo un pequeño hueco en ella.
Rodeo: ¡Sí! ¡Genial! Ahora podremos salir.
Cabrálex: No piensas, bobo. ¿Acaso crees que tú cabrás por ahí?
Rodeo: Yo no, Pero Rosalina y Mariló sí... Nosotros tres no cabemos por ahí, pero ellas sí. Y con el olfato de Rosalina, podrá encontrar nuestras pertenencias, siguiendo su rastro... Y Mariló buscando en nuestras mochilas podrá encontrar lo que crea más conveniente para darnos sacado, lo que crea que no nos será útil para el resto del viaje...
Rosalina: ¡Bien pensado! Vamos a ello, Mariló.
Y las dos salieron por el agujero. Andaron por la isla, y Rosalina iba siguiendo el rastro de sus mochilas, hasta que llegaron a un gran penedo, en el que se oía mucha gente hablando un idioma extraño.
Mariló: ¿Crees que ellos tendrán...?
Rosalina: *Hablando bajo* ¡Cállate! Intento escuchar lo que dicen.
Rosalina tenía un gran oído, pero su olfato era mejor... Hasta que cada vez se oía más cerca a la gente que estaba hablando.
Rosalina: *Susurrando* ¡Escondámonos! ¡Van a salir de la cueva!
Se escondieron entre los arbustos... Y de la cueva vieron salir a los aztecas de antes.
Hombre Azteca: ¡Jaja! ¡Estar buena la fiesta! ¡A mí gustarme repetir!
2 Hombre: ¡Y a mí, pero ahora tener que ir al palacio de los reyes aztecas! A servirles, como siempre.
Marcharon todos, y cuando tuvieron el camino despejado, Rosalina y Mariló se adentraron en la cueva sigilosamente.
Rosalina: Veamos... Aquí hay un montón de bebidas esparcidas por el suelo, y vasos rotos... Y allá atrás hay una pequeña puertecita de plata.
Se dirigieron hacia la puerta. Rosalina giró el pomo con mucho cuidado y... Cuando se abrió la puerta completamente, dejó ver tras de sí una habitación con muebles viejos.
Mariló: ¿Desde cuando hay habitaciones en las cuevas?
Rosalina: Son para los turistas que las visitan... Pero normalmente las habitaciones se encuentran en un hostal cercano a la cueva... No en la propia cueva.
Mariló: Por eso... A lo mejor aquí residen algunos de los aztecas de antes... ¿Será eso posible?
Rosalina: Puede ser, sí... Entonces la cueva es como una especie de casa pequeña, con un dormitorio y una entrada principal, lo básico... Y no hay puerta en la entrada. ¡Registremos la habitación antes de que vuelva alguno de los aztecas!
Se pusieron a registrar la habitación. Miraron en todos los muebles, pero no había nada más que telarañas en alguna esquina de los cajones, igual que por las paredes de la habitación. Las sábanas de la cama tenían algunos agujeros y marcas de haber sido cosidas anteriormente. Había dos sillas en una esquina que estaban llenas de polvo, y una mesita enfrente de ellas, que solo tenía un jarrón de plástico y unas flores secas. Los cajones de los muebles estaban vacíos, y en la superficie de los muebles reinaba el polvo y la suciedad. Las estanterías estaban llenas de libros antiguos, con las hojas amarillas y rotas, y con alguna telaraña.
Mariló: Aquí no hay nada, vámonos.
Rosalina estaba entretenida, leyendo un libro que le pareció entretenido, y Mariló se lo arrancó de las manos.
Rosalina: ¿Pero qué haces?
Mariló: Nuestros amigos están encerrados en una cueva... ¿Recuerdas?
Rosalina: ¡Por eso! Intento salvarlos, ¿No lo entiendes? Estaba mirando ese libro, habla sobre esa cueva.
Mariló: Ahí va... ¡Es verdad, mira! Es la cueva... Está justo enfrente del río.
Estuvieron mirando durante un rato el libro, pero no les daba ningún indicio sobre que clase de cueva era... No ponía nada sobre los aztecas. En ese momento, oyeron un estruendo que provenía de la entrada de la cueva. Salieron a mirar que era, y... ¡Había caído una inmensa avalancha de rocas sobre la entrada!
Rosalina: ¡Oh no! ¿Y ahora como saldremos de aquí?
Mariló: No lo sé, Rosalina... Lo que tengo claro es que... ¡Estamos atrapadas!
Rosalina: Qué bien lo hemos hecho... Ahora no daremos salido.
Mariló: ¿Habrá alguna cosa en esa habitación que nos ayude a salir de aquí?
Rosalina: Ya viste que estaba completamente vacía como quien dice... Y lo poco que tenía no servirá de nada.
Mariló: ¡Los libros! ¿Pondrán como escapar de una cueva tras una avalancha?
Rosalina entró y cogió un buen montón de libros que eran sobre cuevas...
Rosalina: ¡Ale, a mirar!
Mientras tanto, los otros tres... Seguían esperando a que regresasen.
Rodeo: ¿Qué estarán haciendo para tardar tanto?
Cabrálex: No lo sé... Solo sé que tengo mucha hambre...
Avelina: Que flojera... ¡Necesito salir ya de aquí! Nunca os lo dije pero... ¡TENGO CLAUSTROFOBIA! Me volveré loca como esté un segundo más aquí encerrada.
Cabrálex: Anda ya, estuviste encerrada más de 2 horas y te vino ahora la claustrofobia... Raro, ¿Verdad?
Avelina: Las paredes se cierran... ¡Nos atrapan!
Al cabo de dos horas más, seguían esperando... Y la ayuda no venía, pues seguían buscando la forma de salir de allí.
Rosalina: ¡Sapos y culebras! ¿En qué momento decidimos meternos? *Cerrar libro*
Mariló: ¡No pierdas la calma, tía! Creo que tengo la solución... Y no está en los libros. ¿No viste una trampilla en el techo de la habitación que hay?
Entraron de nuevo en la habitación, y miraron al techo y efectivamente, había una especie de trampilla de hierro que llevaba al exterior.
Rosalina: Claro, la harían expresamente por si había avalanchas...
Rosalina se subió a la cama.
Rosalina: ¡Súbete tú también a la cama, intentaré hacerte de apoyo para que tú puedas abrir la trampilla!
Mariló: Qué bien nos vendría ahora mismo una cuerda... ¡Justamente hay una debajo de la cama! *Coger la cuerda* ¡Toma, intenta lanzarla y que se enganche en una de las asas de la trampilla!
Rosalina lanzó la cuerda, y la cuerda se enganchó en la trampilla. Tras esto, se sujetó a la cuerda y subió hasta llegar al techo. Abrió la trampilla, y salió al exterior.
Rosalina: ¡Ahora sal tú, Mariló!
Mariló se subió a la cama, con dificultad, y se agarró a la cuerda, y subió con gran dificultad, y salió al exterior.
Rosalina: ¡Lo logramos, estamos fuera!
Mariló: Ahora lo difícil será bajar por la ladera... Nos podemos hacer mucho daño.
Rosalina: No... Tú confía en mí. *Bajar por la ladera*
Rosalina bajó sin tener problemas, y Mariló siguió sus pasos... Hasta que al fin lograron salvarse. Después, decidieron seguir el rastro a eses aztecas. Llegaron hasta unas inmensas ruinas, que parecía que se fuesen a caer a pedazos.
Rosalina: Vaya... Así que este es el palacio, ¿Eh?
Mariló: Se cae a pedazos... Hasta es más lujosa una choza pequeña.
Entraron en el palacio, y registraron todas las habitaciones, y todas estaban llenas de comida, excepto en una que había una cama de barrotes de oro y parecía muy mullida, y un armario de oro y una mesa y un sillón de oro.
Mariló: Esto ya es otra cosa... Esta será la habitación de los reyes aztecas.
Rosalina: Vamos, tenemos que seguir buscando nuestras mochilas.
Salieron sigilosamente, hasta que llegaron a la sala final, y la que parecía ser la más grande. Entraron con cautela, y vieron que había varios aztecas rodeando los tronos de los reyes.
Rey Azteca: Rogar clemencia... ¿Qué ser esto?
Aztecas: Eso ser unas cargas de bienestar, Rey.
Mariló y Rosalina miraron y... ¡Eran sus mochilas! Tenían que recuperarlas como fuese... Pero parecía algo complicado.
Reina Azteca: *Abrir las 5 mochilas* ¡Aquí dentro haber comida y otros enseres!
Mariló: *Susurrar* Qué no coja mi esencia de ramina de pino... ¡Qué no la coja!
Reina Azteca: ¿Qué ser...? ¡Esto oler bien!
Mariló estaba llorando por dentro... Le iba gastar toda la colonia, lo presentía. Decidieron salir de la habitación, y ahí Mariló pudo llorar en paz.
Rosalina: ¿Y ahora qué? ¿Cómo conseguiremos recuperar las mochilas?
Mariló: ¡Mi esencia de ramina de pino! ¡Con lo cara que era! ¡Me costó 30000 bayas!
Rosalina: Mariló... Acéptalo. ¿Qué otra cosa puedes hacer? Lamentarse ya no sirve de nada, lo que tenemos que hacer ahora es recuperar las mochilas.
Mariló: Tú no lo entiendes... ¿Cómo te sentirías si te gastasen un bote entero de perfume, que te costó un ojo de la cara y que además era tu favorito?
Rosalina: No lo traería a esta aventura... Sé perfectamente que correría riesgos.
Mariló: ¡Pero es que yo no podía vivir sin él...! ¡No lo entiendes!
Rosalina giró los ojos y en ese momento oyeron pasos.
Rosalina: ¡Vamos, Mariló! Hay que esconderse, viene alguien.
En ese momento, desde su escondite, vieron salir a toda la tropa de aztecas.
Azteca: Nosotros ahora ir a ver a prisioneros... ¡Yo presentir que prisioneros escapar!
Todos los Aztecas: ¡En marcha!
Rosalina: ¡Oh, no! Ahora se darán cuenta de que nosotras hemos escapado, debemos llegar allí antes que ellos, aunque sea sin las mochilas... No tenemos otra opción.
Marcharon corriendo hasta llegar a la cueva... Habían llegado antes que los aztecas.
Avelina: ¡Vaya, por fin llegasteis!
Rosalina: ¡No hay tiempo para explicaciones, tenéis que intentar salir de ahí y rápido! Los aztecas se dirigen hacia aquí.
Rodeo: ¿Y las mochilas?
Rosalina: ¡Las tienen los reyes aztecas, no hemos podido recuperarlas! Ahora no hay tiempo, vamos, salir de ahí, ¡Intentadlo!
Rodeo: ¿Y como sugieres que lo hagamos?
Mariló: Por ejemplo intenta derribar la puerta corriendo hacia ella.
Rodeo: ¿Pero de qué vas? ¡Qué yo no soy un rinoceronte!
Mariló: Ya lo sé, pero aparte de ser veloz, tienes mucha fuerza. ¡Inténtalo al menos!
Así lo hizo. Rodeo se abalanzó sobre la puerta haciendo un enorme hueco sobre ella.
Rodeo: ¡Lo hice, lo logré!
Avelina: Ahora escapemos...
Echaron todos a correr, pero no lograrían escapar... ¿Por donde estaba el lugar en el que atracaran la barca?
Rosalina: ¡Dejadme a mí! ¡Con mi superolfato lograré hallarla!
Todos siguieron a Rosalina, pero a lo lejos vieron a los aztecas.
Rosalina: ¡Oh no, no nos dará tiempo a huir!
Rodeo: Montaros todos en mi lomo, que os llevaré a todos. ¡Rosalina, dime por donde tengo que ir!
Y así lo hicieron. Todos se subieron a lomos de Rodeo y Rodeo echó a correr hacia la dirección que le indicaba Rosalina. En cuestión de minutos habían llegado a la playa.
Avelina: ¡Lo hemos logrado, hemos llegado! *Montarme en la barca* No quiero estar un minuto más aquí... ¡Vámonos!
Rodeo: Cierto, ya me da igual el tesoro... ¡Solo quiero volver a casa!
Mariló: Ya os dije que nunca había sido buena idea venir... Adiós a mi esencia de ramina de pino...
Cabrálex: ¡Montaros todos en la barca, que os llevaré a casa!
Los 5 se montaron en la barca, y llegaron a su pueblo. Sus vecinos estaban alarmados por saber que aventuras habían vivido... Pero decidieron no contarlas e irse cada uno a su casa.
~FIN~
Suscribirse a:
Entradas (Atom)